Las decisiones importantes “cansan” al cerebro

Divorciarse, irse del país, tener un hijo, cambiar de trabajo o el colegio de los chicos, son decisiones complejas e importantes que pueden alterar el ritmo de la vida cotidiana e involucran una gran carga emocional. 
De acuerdo a un estudio realizado por neurocientíficos de la Universidad de California y publicado en la revista Scientific American, tomar este tipo de decisiones implica:

  • Hacer una evaluación de los pros y los contras del cambio.
  • Analizar la situación.
  • Comparar entre diferentes alternativas.

Todos estos procesos mentales pueden conducir al agotamiento por fatigar las funciones ejecutivas del cerebro: concentración, memoria a corto plazo, capacidad de evaluar alternativas, entre otras.
Los expertos a cargo del estudio subrayan, además, que la sensación de cansancio mental no está únicamente ligada a la importancia de la decisión, sino a la cantidad de variables que pueda incluir, especialmente cuando algunas son imprevisibles. 

Cómo tomar la mejor decisión

Para la neurociencia, el razonamiento guiado por la emoción facilita el proceso de toma de decisiones. De hecho, las resonancias magnéticas realizadas en los voluntarios de la investigación sugieren que la corteza dorsolateral (cognitiva) y orbitofrontal (emocional) interactúan en el proceso de toma de decisiones.

Para obtener la mejor alternativa, es importante darle un descanso y despejar la mente antes y después de tomar la decisión; de lo contrario las decisiones posteriores, aunque fueran de menor importancia, podrían ser inadecuadas o erróneas.

Antes y después de decidir, conviene hacer una actividad que demande procesos mentales totalmente diferentes, por ejemplo:

  • Salir a caminar o a trotar, bailar, andar en bicicleta, hacer una clase aeróbica.
  • Entrar en contacto con la naturaleza, tomar sol, tenderse en el pasto, hacer jardinería.
  • Disfrutar de escuchar música, mirar una película o una serie o salir con amigos.

Por otra parte, el reto de las decisiones difíciles suele ser mejor afrontado en personas que cuidan más su bienestar emocional, porque tienden a un equilibrio que las predispone positivamente a elegir lo que consideran la mejor alternativa posible para sus vidas.
En este sentido, algunas cualidades de las personas emocionalmente estables, indican que:

  1. Gastan menos en bienes materiales y más en experiencias. Viajar, conocer lugares nuevos, visitar museos, planificar encuentros, aprender, hacer un taller, son actividades habituales.
  2. No invierten energía en inventar historias. El esfuerzo de parecer “más interesante” es desgastante y pone el foco en que es más importante “el qué dirán” que lo que uno realmente es.
  3. No se lamentan por la falta de tiempo. Las excusas para no hacer aquello que es necesario no suman minutos ni terminan las actividades postergadas.
  4. Buscan entornos más estimulantes. La compañía es un factor decisivo para el bienestar. Comparten momentos con personas positivas, creativas y entusiastas para generar un círculo virtuoso.
  5. Usan menos tiempo las redes sociales. Asomarse a cada rato, revisar notificaciones, husmear en perfiles y poner “Me gusta” o subir fotos frenéticamente solo nos separa de lo que estamos viviendo y de lo único real: nuestro presente. Las personas emocionalmente estables invierten poco tiempo en estas actividades porque priorizan sus experiencias.
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