Meditación progresiva para conquistar la serenidad

Muchas personas descubren los beneficios de la meditación por razones que van más allá de su virtud para aliviar el estrés o favorecer la conexión con uno mismo. Es el caso de quienes recurren a ella como parte de un tratamiento, por ejemplo, para un problema cardiaco, para la hipertensión o para reducir un dolor crónico. 
Sin importar la causa que los haya acercado, la mayoría continúa meditando activamente incluso después de mejorar los síntomas de aquellas afecciones por las que iniciaron en la práctica. ¿La causa? Pueden comprobar el efecto positivo que la meditación tiene en otras áreas de su vida y quienes logran incluirla en su rutina, desarrollan una capacidad para hacerlo incluso en la oficina, mientras viajan en un transporte o unos minutos antes de dormir. 
Lejos de los mitos del encierro, la oscuridad, el silencio y la posición de loto (sentado en el piso con las piernas difícilmente cruzadas, típica del budismo tradicional), cada vez son más los adeptos a esta técnica que, en soledad o en grupos, abre la mente, aumenta la energía, mejora la productividad y la concentración y brinda armonía y flexibilidad. 

Meditación simple, paso a paso

¿Alguna vez se quedó mirando fijo un paisaje, el horizonte o algún punto sin ningún interés específico? ¿Sintió en ese momento que se relajaba, que se dejaba llevar, que sus pensamientos no tenían mayor importancia? Si vivió esa experiencia ya inició el camino hacia la meditación práctica, aunque le sorprenda. 
Si desea hacerlo más formal, considere las siguientes recomendaciones:

  1. Siéntese cómodamente: la postura clásica es sentado en el suelo, sobre un almohadón cómodo, con la espalda recta y las piernas cruzadas. Si le resulta difícil o incómodo puede acostarse boca arriba o permanecer sentado en una silla. Lo importante es que enderece la columna como si fuera sostenido por una cuerda que baja del techo y se conecta con su nuca. 
  2. Inspire profundamente por la nariz: el aire debe llenar completamente sus pulmones. Luego exhale por la boca lentamente contrayendo los abdominales al final de la espiración para sacar todo el aire. Esta respiración es fundamental para iniciarse en el camino de la relajación. Procure hacerlo pausadamente, a su ritmo, poniendo atención en cómo el aire entra y sale de su cuerpo. Inspire lentamente contando hasta cinco, luego exhale contando hasta cinco.
  3. Elija el foco de su atención: dejar la mente en blanco o no ser invadido por los pensamientos o las preocupaciones puede ser muy complicado al comienzo. Aunque con un poco de práctica es lo ideal, al principio resulta suficiente con que le dé a su mente algo en qué concentrarse que no tenga que ver con el ajetreo cotidiano. Algunas personas se sienten a gusto mirando el paisaje donde se encuentran, un cuadro, una fotografía o una flor. También puede concentrarse en su respiración. Cada vez que advierta que la mente se fue a divagar por los temas pendientes, mire lo que le viene a la cabeza como si fuera un observador. No hay nada más inútil que tratar de sacar un pensamiento. Simplemente obsérvelo mientras repite mentalmente una frase o palabra significativa -mantra- al ritmo de su respiración.

¿Durante cuánto tiempo? Puede comenzar con 10 minutos diarios. A medida que sienta los beneficios usted mismo aumentará progresivamente este regalo de serenidad.

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