Aerofobia: “Si vuelo… ¡me muero!”

Una de cada tres personas tiene miedo a volar, y quienes lo padecen sufren malestares físicos y psíquicos que no les permiten disfrutar de un vuelo, o en muchos casos, les impiden conocer lugares deseados, viajar por trabajo o por necesidad.
Si este es tu caso, o de alguien que conozcas, es importante que sepas que la aerofobia es un trastorno de ansiedad, y como tal puede ser tratado. 

De qué se trata
La fobia a volar es un miedo irracional a realizar un desplazamiento mediante avión, por múltiples motivos, ya que este miedo no siempre implica el pensamiento de que el avión vaya a caer o haya un accidente mortal. 
Muchas veces esta fobia forma parte de otro tipo de fobias y se presentan conjuntamente, como por ejemplo claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), agorafobia (miedo a los espacios o situaciones de las cuales es difícil escapar o pedir ayuda), o miedo a las alturas (acrofobia).
La mayoría de las personas con aerofobia coincide en que el miedo está relacionado con:

  • Malas experiencias anteriores
  • Imágenes de tragedias transmitidas por los medios de comunicación 
  • Libre asociación del avión con pérdidas personales

Cómo se manifiesta
Las personas con aerofobia temen subirse al avión y eso se traduce en un pánico que les produce mareos, taquicardia, ahogo, sensación de muerte y transpiración de manos y pies. 
Pero el problema no es únicamente subirse al avión, ya que el malestar igual suele comenzar mucho antes, generando nervios, excesiva irritabilidad o gran angustia los días previos al vuelo.
Según la persona, esa anticipación puede durar días, semanas o meses. Probablemente desde el momento que se compra el pasaje. 
Conforme se acerca el momento del vuelo, en la mayoría de casos la ansiedad va en aumento. A veces la persona no se siente con fuerzas finalmente de subir al avión o directamente evita viajar en este medio de transporte.
Esta ansiedad suele presentarse de tres formas:

  • Pensamientos anticipatorios catastrofistas, aceleración del pensamiento, hipervigilancia a cualquier tipo de ruido extraño, cara de los tripulantes y auxiliares de vuelo…
  • Conductas para aumentar la seguridad. Revisar si es posible ir con otro medio de transporte y evitar la situación, huir de la situación, ser el primero o el último en subir al avión, preguntar constantemente si todo está bien, sentarse cerca de una de las puertas de salida o donde sea menos probable sufrir daños si el avión cae.
  • Síntomas físicos. Son múltiples y personalizados. Algunos son sudoración, taquicardias, temblores, mareo, hiperventilación, dolores digestivos…

Causas

Los motivos para que surja este miedo pueden ser diversos. Puede haber un suceso traumático previo (accidente de algún familiar o de la propia persona que lo sufre, por ejemplo), puede haberse aprendido de alguien cercano o que por ejemplo sea un mensaje que se nos ha inculcado frecuentemente desde pequeños.
Siempre hay que explorar por qué se produce ese miedo, cuál es el miedo que tiene realmente esa persona de ir en avión, ya que los motivos de su miedo pueden ser muy diversos y de eso también dependerá mucho el tipo de tratamiento y la eficacia del mismo.
En personas con una crianza de ansiedad o una base de personalidad determinada puede ser más frecuente, así como mantener un pensamiento pesimista o catastrofista a niveles más generales.

Cómo se trata
El miedo a volar como cualquier otra fobia, se debe tratar con ayuda psicológica y a veces acompañarlo de tratamiento psiquiátrico, como por ejemplo en los casos más complicados o en los que la persona necesite viajar frecuentemente por trabajo.
Muchas compañías aéreas ofrecen a los viajeros cursos gratuitos para ayudarles a vencer esta fobia. Para ello, analizan las falsas creencias sobre el funcionamiento de los aviones y recuerdan que el avión se encuentra entre los medios de transporte más seguros y controlados. Los cursos suelen completarse con terapia conductista, que supone la incursión al interior de un avión o la utilización de simuladores de vuelo y otras técnicas de realidad virtual.
A nivel psicológico las fobias se trabajan con exposición gradual progresiva, al mismo tiempo que se reconocen los pensamientos catastrofistas para reemplazarlos por pensamientos más racionales y funcionales.
Cuando es necesario se puede recurrir a la medicación como otro pilar para disminuir los síntomas, alcanzar la recuperación y mejorar la calidad de vida que se ve sumamente afectada por esta limitación.

Cómo ayudar
Si conocés a alguien que tiene esta fobia, o si eventualmente sentís más ansiedad o estrés al momento de volar, considerá las siguientes recomendaciones:

  • Traten de elegir los asientos que más seguridad ofrecen: parte delantera del avión, más cerca de los pilotos, o situados junto a las salidas de emergencia que, psicológicamente, pueden aportar más seguridad y ayudar a calmar la ansiedad.
  • Eviten los asientos de la parte de atrás y prefieran los asientos del pasillo, para no mirar por la ventanilla.
  • Eviten el estrés el día del vuelo para afrontar la experiencia lo más relajadamente posible. Conviene llegar al aeropuerto con calma y tiempo suficiente. 
  • No te enojes ni reproches a la persona que lo está sufriendo.
  • Decile mensajes tranquilizadores, aunque en momento de pánico no funcione.
  • Ayudale a conocer cómo funciona el avión, y avisar de qué ruidos o sensaciones notará (en algunos casos es tranquilizador).
  • También, mantenerse ocupado y entretenido durante el vuelo, para intentar dar menos espacio al miedo. Leer, escuchar música, comer algo ligero o beber algo… todo sirve con tal de mantener la mente ocupada. Lo ideal sería tratar de dormir.
  • Realicen ejercicios de respiración para ir bajando la ansiedad fisiológica.
  • Es conveniente evitar el alcohol y las bebidas excitantes y hacer una comida ligera antes del vuelo. También vestir ropa cómoda e ir mentalizado: saber que se va a volar, que no pasará nada, que probablemente haya algún momento de turbulencias, una circunstancia que se da con frecuencia y que no supone ningún riesgo.
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