Cáncer de mama: La importancia de la detección precoz

El cáncer es una enfermedad que comienza en el interior de las células. Cuando su proceso de crecimiento y reproducción se descontrola se forman nuevas células innecesarias para el cuerpo y las viejas o dañadas no mueren sino que dan lugar a otras células ya alteradas. 
Estas células anormales e innecesarias forman una masa de tejido llamado tumor que puede ser benigno (no es cáncer) o maligno (cáncer). 
Según el Instituto Nacional del Cáncer, la diferencia entre ambos es la siguiente:

Entre los cánceres más frecuentes se encuentran los de pulmón, colon, próstata, útero y mama. Este último puede desarrollarse a cualquier edad, pero suele ser más frecuente después de los 40 años y a medida que se envejece. 
Además, algunas mujeres pueden tener una probabilidad mayor de contraer la enfermedad por:

• Antecedentes familiares: cáncer de mama o de ovarios en madre, hermana o hija joven.
• Menarca (primera menstruación) precoz.
• Menopausia tardía.
• Tener el primer hijo después de los 30 años.
• Obesidad.
• Estrés.
• Malos hábitos alimentarios (exceso de grasas y de alcohol).

4 pilares de la prevención

1. Autoexamen mensual a partir de los 20 años. Conocer tu cuerpo permite advertir en forma precoz cualquier cambio. Familiarizarse con el tacto del tejido, la forma de los pechos y estar alerta a la presencia de algún cambio son aspectos fundamentales para consultar al ginecólogo de inmediato. 

Paso a paso:
– Delante del espejo y con buena iluminación, colocá los brazos a los lados de su cuerpo, observá si hay algún cambio en el contorno de tus mamas, alguna parte abultada o hundida o algún cambio de color o textura en la piel. 
– Luego, colocá tus brazos detrás de la cabeza y presioná hacia adelante (debés sentir que los músculos del pecho se tensan), y repetí la observación anterior. 
– Finalmente, presioná tus manos en las caderas e inclinate ligeramente hacia adelante al mismo tiempo que proyectás tus hombros en la misma dirección. Repetí el examen visual. 
– Acostada con una almohada debajo del hombro izquierdo, acomodá el brazo del mismo lado detrás de la cabeza.  Usá las yemas de los tres dedos del medio de la mano derecha para palpar la mama izquierda buscando cualquier protuberancia. Oprimí con suficiente firmeza para saber cómo se siente al tacto. Lo normal es sentir un borde firme en la curva inferior de cada mama. Si no estás segura de la presión que debe hacer, consultá con tu médico o ginecólogo. 
– Recorré la mama en forma circular, hacia arriba y hacia abajo, o en forma de cuña. Asegurate de hacerlo siempre de la misma manera; examinando toda el área de la mama, y recordá cómo se sentía al tacto con respecto al mes anterior. 
– Repetí el examen con la mama izquierda, empleando las yemas de los dedos de la mano derecha (cambiá la almohada debajo del hombro derecho.) 
– Repetí el examen de ambas mamas estando de pie, con un brazo detrás de la cabeza. La posición vertical facilita el examen de la parte superior y exterior de las mamas (hacia la axila), área donde se detecta alrededor del 50% de los tumores cancerosos de la mama.
– Suavemente presioná el pezón y observá si se producen descargas de algún tipo. Repetí el examen en la mama opuesta. 

2. Consulta ginecológica anual. A partir de la primera relación sexual o de los 18 años de edad.
3. Ecografía mamaria anual a partir de los 30 años. Si bien la ecografía puede brindar información complementaria, este examen no sustituye el control clínico ni la realización de una mamografía cuando se solicita.
4. Mamografía. A partir de los 40 años, anualmente. Permite la identificación de tumores mamarios en sus fases iniciales. Aunque en muchas ocasiones no son palpables, este estudio los detecta y la cura es total en el 99% de los casos.

Más información
-LALCEC – Liga Argentina de lucha contra el cáncer / www.lalcec.org.ar
-Instituto Nacional del Cáncer (USA), en www.cancer.gov/espanol